SOÑAR EL SUEÑO DE DIOS
He querido Soñar el Sueño de Dios. Y en ese Sueño de Dios descubrir que el Sueña con que volvamos al origen del primer pacto y sueña a su vez con su Hijo que renueva ese Pacto en cada uno de nosotros cuando nos acercamos con Fe a Jesucristo.
Voy en busca de ese origen del primer pacto. Y
debemos conocer el libro del Génesis, es allí donde Dios moldeo al
hombre, lo planto en un Jardín y lo coloco en el huerto, en su santuario. Por tanto el hombre está llamado a labrar el
huerto y cuidarlo. Cuidar del Santuario.
Lo que lo convierte en un sacerdote, siendo la tarea única servirle desde el
Santuario.
Nos hemos desviado del sueño del Creador y le hemos creado una auténtica pesadilla. Nosotros fuimos expulsados del paraíso y con el pecado llegó la enfermedad y el sufrimiento. Es necesario reestablecer el primer pacto.
Puede traducirse por: adorar, arar, culto, desempeñar, ejercer, esclava, honrar, librador, labrar, ministrar, prestar, servidumbre, servir, siervo, sujetar, trabajador, trabajar.
Así que abad no
sólo se utiliza para referirse al trabajo tal y como lo entenderíamos
literalmente, sino que también se utiliza para hablar del servicio, en un
sentido amplio.[1]
El segundo verbo,
cuidar o guardar, en hebreo es shamar y significa:
Puede traducirse por: advertir, aguardar, atesorar, celebrar, conservar, considerar, cuidar, cumplir, custodiar, ejercer, encargar, esperar, espiar, guardar, mantener, meditar, mirar, observar, preservar, reservar, velar, vigilar.
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El
cuidado del huerto. Realizar semilleros,
trasplantar, aporcar, regar, protegerlo de las inclemencias del sol, del agua,
del viento. Aplicar fertilizantes, abono
y biopreparados para apartar insectos y plagas.
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A
establecer una relación con nuestros hermanos menores las plantas.
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El
aprender a estar vigilante para que el enemigo no entre y acabe con el huerto
(insectos y plagas)
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El
huerto es el reflejo de la tensión que vives entre lo mundano y la vida
espiritual. Si te entregas al mundo y
descuidas el huerto las plantas morirán.
Si te dedicas a lo que no es de Dios tu huerto se secará. La prioridad es cultivar tu espíritu.
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La
vida tiene su ciclo, nacer, crecer, reproducirse y morir. Ser abono para otros pero también semilla
nuevamente.
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Debes
contemplar tu huerto es el esfuerzo de tus manos de tu dedicación. Solo con la contemplación de la naturaleza
serás agradecido con el Padre Creador.
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Son
muchas las tentaciones que hacen que nos apartemos del huerto en esta sociedad.
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La
imperiosa necesidad de conservar las semillas y convertirte en un Guardián de
tus propias Semillas.
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Aprender
que donde te planten debes dar fruto.
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Acudir
a las plantas medicinales aromáticas de manera preventiva y también a preparar
tus propios remedios.
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Hay
que compartir semilla, hay que compartir conocimiento y sabiduría, hay que
compartir los remedios de la naturaleza con los demás.
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El
huerto es la mejor experiencia de conexión con la naturaleza. Y esa conexión puede ayudar a llevarte a
trascender. Si aprendes a cuidar tu
huerto, podrás cuidar tu propia familia, tu propia comunidad. Esa experiencia la puedes extrapolar al lugar
donde llegues.
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Se
practica la virtud de la paciencia.
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Ofrecer
parte de tu cosecha, tus productos naturales a Dios sirviendo con ellos al
prójimo, al necesitado, al que no tiene como comprar medicamentos, al que no
tiene como aliviar el dolor y sufrimiento.
De allí el Sacerdote se convierte en el que Cura en todo el sentido de
la palabra.
Alguna vez en la Universidad
Industrial de Santander cursamos un diplomado de filosofía. El docente nos hizo caer en cuenta que Allí
la máxima de “Conocete a ti mismo” propuesta por Socrates tomo fuerza en el mundo occidental y se nos olvidó la otra
máxima “Cuídate a ti mismo”. En oriente
prosperó la otra máxima.
Voy a colocarlo en caricatura: Yo me
imagino el paraíso con el Letrero “cuídate a ti mismo” y saliendo Adán y Eva
del paraíso con su mochila, o sea al mundo y entrando con el letrero “conócete
a ti mismo” y lo primero que hacen entrando al mundo es comprar celular.
¿Cuantos de nosotros somos hijos de
Caín? Nos preguntan y donde está tu hermano(a)? y decimos “Acaso, yo soy el
guarda de mi hermano(a)” nos olvidamos
del “Cuidado del otro” y así no más entro el pecado.
Y es que cuando hablamos de Cuidado
implica también el tema de la salud. Y
debemos abordarla como algo preventivo, no cuando ya estemos del otro lado y
colgando los tennis.
Volver al Pacto de origen o
reestablecer el Pacto es volver a Cuidar del Santuario, el Templo de la
naturaleza. Es comulgar con la
naturaleza y eso se nos ha olvidado, lo hemos dejado atrás. No lo vemos importante en nuestras vidas. Es
necesario retomar nuestro papel de Sacerdotes para Servir y cuidar del
Santuario.
Sueño con encontrar a otros que hacen la labor que desarrollo con las plantas medicinales, que le dan valor al huerto. En estos días visitaba domiciliariamente a una familia en el barrio el Laguito de Girón y para sorpresa me encontré al dueño de casa regando el huerto que tiene al frente. El descubrió que sabía de plantas cuando le decía lo bonito que estaba cada una de las plantas llamándolas por su nombre. El me contaba que gracias al huerto en un espacio que no es de él y se lo había apropiado para servir a la comunidad. Pues en la noche o a cualquier hora del día lo buscaban para que les diera alguna planta para alguna dolencia. Algo que si me dejo en claro era que no le gustaba que le arrancaran las plantas, sino que el mismo las tomaba para obsequiarlas. A su vez me dijo que ellos toman las aromáticas en casa y han servido para aliviar las dolencias de el y de su esposa.
Un huerto que tiene todo para ser una
bendición de nuestros hogares, que nos lleva salud y que si le cuidamos esa
bendición se traslada a nuestros familiares, amigos cercanos y vecinos.
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