Somos el Lugar donde habitamos

Hace unos días leía un artículo sobre la afectación que tenemos como comunidad con los desastres ambientales. y en otro abstract de una revista de filosofía  vi un articulo titulado "Después del Apocalipsis" y encontré el concepto  solastalgia (2005) de un filosofo llamado Glenn Albrecht el cual lo utiliza para nombrar la sensación de angustia provocada por la transformación del entorno en el que se habita.  Si antes hablábamos de nostalgia por el pasado que tuvimos y no vuelve, ahora tenemos solastalgia por el futuro que no tendremos.


Y empecé a revisar esos pequeños paraisos que teníamos y ya no están.  Recorde que una vez fui a Bogotá al barrio de la infancia tan solo a ver la casa con su amplio jardin y garaje.  Allí donde jugaba con un pitillo a pasar de un plato a otro las hormigas y en donde me pico una la lengua, en donde por atrapara un ratón, este subió por la manga del pantalón de mi pijama y bajo por la otra manga y yo saltaba como un ringlete , allí donde el mirto curó mi dolor de garganta, lo único que encontré fue un gran supermercado llamado Zapatoca.  No solo sentí la nostalgia de lo que había vivido sino la desaparición de la casa de la infancia...algo que ya no está...se transformó.  

Un dia que llegaba en un vuelo a Bucaramanga observe desde los cielos el lugar donde vivo.  Es el lugar de mayor deforestación y erosión por el basurero de Bucaramanga y las ladrilleras en el área metropolitana.  Realmente un ecocidio y en medio de ese caos está la finca, un oasis de árboles, un pequeño verdor en medio de tanta aniquilación por el ser humano. Ahora comprendo en medio del dolor que la solastalgia va mucho más allá, nos deja impotentes ante una realidad apocaliptica  como el ecocidio.

Casa en riesgo por un talud inapropiado por la construcción de la via al anillo vial transversal malpaso en donde queda nuestro taller de plantas medicinales.

Hace unos años trabajaba en Santa Rosa del Sur con el DPS y para la clausura de los talleres con uno de los grupos hicimos un sancocho a orilla del rio.  Disfrutamos el agua de rio.  Al finalizar la tarde el escenario cambio, todo se convirtio en un lodazal.  Y al preguntar que estaba pasando, una persona del grupo me dijo, son las retroexcavadoras, la minería ilegal.  El silencio y el dolor se confundió, el paseo terminó, se recogieron los cutes los cuales se lavaron con el agua llena de barro y un sentimiento de tristeza nos embargó de regreso al caserio.  Esa violencia silenciosa que genera el hombre que explota los recursos de una manera salvaje y que transforma el entorno dejándonos impotentes  y generando un sentimiento a la vez de angustia.  

Otro filosofo Horvat (2021) nos plantea que ese sentimiento de la solastalgia lo define como "duelo anticipado" que nos podría ayudar a evitar lo que se avecina.  Para Horvat el apocalipsis es una "maquina semiótica" ya que los acontecimientos catastróficos generan sentidos y se convierten en narrativas.  Una de las conclusiones de su libro "Después del apocalipsis" es que el apocalipsis nunca es sólo una "revelacion" que ocurre en la realidad física o en la biosfera: es al mismo tiempo una lucha por el significado en la semiosfera. Lo anterior nos debe llevar a pensar en que es posible avecinarnos a luchar para transformar esa realidad en otros finales posibles.  Parece alarmante pero puede ser prometedor un final diferente el cual desde ya podamos pensar para evitar la extinción.

Y ante la afirmación del título con el cual empezamos este articulo. No me considero erosión sino oasis en medio de la destrucción ambiental.

Tal vez, este es el momento de pensar si en nuestra vida hemos vivido el sentimiento de solastalgia, si reconocemos que estamos en una situación apocalíptica y si somos capaces de transformar esos mundos posibles y si podemos poner algún plan en marcha con nuestras comunidades.  Ahora que el reloj del juicio final en enero del 2025 marca 89 segundos para la media noche.

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