Ir al Encuentro con la Naturaleza
La Revelación de Dios para Moisés fue muy peculiar. Huyendo a la Región de Madián por el asesinato de un capataz egipcio, se convirtió en un Pastor del rebaño de su suegro Jetro. Moisés un pastor se encuentra con la Zarza Ardiendo. Muchas veces siendo catequista narraba esta historia pero ahora cobra más importancia en mi vida espiritual y en el quehacer de la destilación de las plantas medicinales.
La denominación "zarza" (סנה seneh en hebreo, origen del topónimo Sinaí, rubus en el latín de la Vulgata),8 que en la Biblia es un hapax legomenon (sólo se emplea en ese contexto), es un
término botánico vulgar que puede designar a muchas plantas espinosas de talla arbustiva; se ha propuesto su identificación con distintas
plantas, por ejemplo, la zarzamora (Rubus fruticosus). Algunas de ellas, como las del género Acacia (shittim en hebreo -que también aparece citada en la
Biblia en distintas ocasiones, y especialmente como la que Dios manda usar para
fabricar el Arca de la Alianza y el mobiliario del Tabernáculo-), contienen sustancias psicoactivas (como triptamina o dimetiltriptamina
- DMT) que podrían explicar su asociación con lo
sobrenatural.9 En cuanto su condición de arder sin consumirse,
se ha señalado que su parasitación por la planta Loranthus acaciae (o "muérdago de flores carmesí", también frecuente
en la zona), que desarrolla frutos e inflorescencias rojas, le da un aspecto
visual de estar cubierta de llamas.10 También se ha propuesto que todo el pasaje sea
en realidad una referencia a la propia condición "ardiente" del monte
Sinaí (סיני).11 Todo ello participa de un estilo bíblico denominado paronomasia. La exégesis y hermenéutica bíblica interpretan el episodio como una teofanía en que se mezclan las fuentes bíblicas elohísta y yahvista, que suelen visualizar a Dios con el fuego, con
la deuteronomista, que lo hace con las nubes, para manifestar la
renovación de la alianza
de Dios con el hombre.12
Tomado de Wikipedia
La manifestación divina en forma de un pequeño arbusto
aceitoso que empieza a arder en el desierto y que este parece ser que no se
consume fue lo que permitió por curiosidad acercarse a ese encuentro ardiente
con Dios. Y es que Dios se sirve del
mundo natural y de el reino de la naturaleza para darse a conocer. Esta vez Dios habla a través de la zarza…le
pide a Moisés que se quite la sandalias y le dice que el lugar que pisa es sagrado. Ese encuentro de Dios con Moisés es un
encuentro con lo sobrenatural.
Recordemos que Dios se manifiesta en el fuego y este transforma los
elementos de la naturaleza. Este no fue
el primer encuentro con Moisés pero fue clave para entablar una amistad con
Dios, para generar confianza de la creatura con su creador. La revelación divina es un gota a gota de encuentros
de amor con el hombre, hasta que con el Encuentro con la persona de Cristo
quedamos empapados del Amor de Dios y su entrañable Misericordia.
La condición del desierto realmente es un ambiente muy difícil para que los seres humanos puedan subsistir
y para que las plantas crezcan. Sin
embargo allí en las condiciones extremas a Dios también le gusta manifestarse. Moisés establece la “Tienda del Encuentro” y
la nube se posa cuando Moisés entraba y hablaba cara a cara con Dios en el
lugar donde se guardaban las tablas de la ley escritas por Moisés y dictadas
por Dios. Otro elemento característico
de la presencia de Dios es la nube.
Ustedes pueden imaginar el calor y el sol quemante y que la nube se pose
no solo sobre la tienda sino sobre todo un pueblo que camina…realmente es algo
refrescante no solo físicamente sino espiritualmente. Reconocer el actuar de Dios en la naturaleza
y en nuestra propia historia se hace necesario.
La invitación de los textos bíblicos es que podemos vivir
encuentros con la naturaleza. Como
Moisés que asombrado encontró una revelación divina que le permitió entablar
una amistad profunda con Dios y este confiadamente le fue llevando a otros
encuentros en donde vivió a profundidad una experiencia de Dios.
Se vienen a mi mente tres personajes del
desierto: Juan el Bautista “la voz que
clama en el desierto” que invitaba a la conversión. Jesús que ayunando 40 dias en el desierto
logro vencer las tentaciones y fortalecerse en el desierto para cumplir la
voluntad del Padre. Y Carlos de Foucauld, un ermitaño en el desierto con su oración de abandono:
Padre mío, me abandono a Ti.
Haz de mí lo que quieras.
Lo que hagas de mí te lo agradezco,
estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo.
Con tal que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas,
no deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi vida en Tus manos.
Te la doy, Dios mío,
con todo el amor de mi corazón,
porque te amo,
y porque para mí amarte es darme,
entregarme en Tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi Padre.
Tal vez esta oración resume esos encuentros con la
naturaleza en situaciones verdaderamente complejas en el desierto….para Moisés,
para Jesús, para Carlos de Foucauld y para ti que quieras emperzar a vivir esos
encuentros que permitan encontrarnos en definitiva con el Gran Otro.
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