La Hermana Oruga

 

En mi vida en la montaña en el 2019, en la casa continuamente nos visitaba una Oruga Taturana. Este esa su habitat natural pues en la zona se siembra mora en el municipio de Piedecuesta Santander. Un hermoso ejemplar cargado de espinas se movía por la casa o se encontraba en la pileta del agua.  Con la Espiritualidad Franciscana que me identifica,  esta era una oportunidad para  contemplar la naturaleza.  Algunas veces la sacaba de la pileta para que no se ahogara.  Cuantos de nosotros somos realmente hermosos pero cargados de espinas que no dejamos que nada ni nadie se nos acerque.  A veces encontramos personas que cuando uno se acerca nos hieren.  Tienen un acorazado lleno de espinas.  A veces lo hermoso puede causarnos tanto dolor. A veces queremos ayudar pero la otra persona no quiere ser ayudada.

El proyecto de Salvación es para todos.  Jesucristo llevaba el mensaje del Padre, pero respetaba el libre albedrío.  Solo él que quería ser salvo se acercaba a Jesús para que lo sanara.  El no irrumpía en la vida del que no quiere ser sanado.  No podemos ayudar a quien no quiere ser ayudado…debemos respetar su proceso.

Pero regresemos a este encuentro con la hermana oruga que al rescatarla del agua de la pileta se alojo en la tapa de un tanque de agua.  Al día siguiente sin percatármelo ajuste la tapa del tanque y para sorpresa me clave algo que estaba en la orilla.  Inmediatamente el pinchazo en el dedo y retire la mano.  El dolor fue intenso.  Pensé que me había picado una araña e inmediatamente corrí a  buscar gotas de ortiga para tomar.  Estas actúan contra las picaduras y las alergias.  Regrese a ver qué era lo que me había picado…y al revisar era una oruga taturana.  Afortunadamente no fue sino una sola espina en el dedo…un pinchazo como cuando te toman la glucometria.  Las siguientes horas el dolor se incrementó y empece a tomar desinflamatorio anamú-llanten en gotas que preparo en el taller, la posología fue 5 gotas cada 4 horas junto con la Ortiga en la misma dosis.  No hay disponible antídoto en el país para combatir el veneno de una oruga.  El veneno es capaz de generar sangrado interno.  Afortunadamente no fue en toda la mano sino apenas una punzada…creo que podía contrarrestar el veneno que ingreso al cuerpo.   Se genero una hipersensibilidad al dolor y el dolor subía hasta el codo.  No me podía rozar con nada pues el dolor era intenso.  Rozar las venitas que afloran a la entrada de la mano me generaba mucho dolor y sentía que me destemplaba.

Me preguntaba cuanto dolor podemos soportar. Recuerdo que no sabía dónde poner la mano, si arriba, si abajo o sobre la almohada.  El dolor era insoportable.  La picadura era imperceptible, no hubo enrojecimiento de la zona..pero el veneno iba subiendo por el brazo.  Recuerdo que me dije si el dolor avanzaba más allá del brazo o aparecían moretones me iba para el hospital.  Gracias a Dios solo duro unos 3 días hasta que desapareció completamente el dolor.

El orar con un dolor intenso puede mejorar nuestra tolerancia ante el dolor.  Pero si no ofreces el dolor a Cristo tu sufrimiento no tiene sentido.  Sufrir con un propósito de lo contrario nuestra vida se convierte en quejarnos, hablar a otros reiteradamente de nuestras dolencias y cansar a otros de nuestros quejambres.  A veces es mejor sufrir en silencio con Cristo.  Le experiencia del dolor puede transformar nuestra relación con Jesús.  

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