El Árbol de la Serpiente

Preparado por:  Rvdo. Guillermo Alexander Gil Sayer, CCA

Sacando hierbas de un costal mojado un campesino Santandereano del páramo de Santurbán buscaba la Cola de Caballo que yo le pedía al igual que otras plantas para la destilación.  De pronto salieron unos palitos atados con cabuya que cayeron al piso.  Le pregunté qué era eso que traía, y el me dijo:  “Guaco”…quiere?  Pues la verdad no conozco esa planta…sin embargo la curiosidad me llevó a comprarla e interesarme en esa planta.


La llaman Hierba de Serpiente y cuando abres el palo encuentras un entretejido interno como de serpientes que se abrazan.  El guaco se usa para tratar gripes, tos persistente, bronquitis, asma, inflamación de la garganta, así como también para alergias, infecciones en la piel, enfermedades gastrointestinales, reumatismo y neuralgias, y que tiene propiedades antisépticas, analgésicas, antiinflamatorias, espasmódicas, antimicrobiana, antipiréticas y antirreumáticas. 

Encontré un testimonio de un amigo en donde decía que su abuelo tomaba licor de guaco y que sus dolores desaparecían.  En una botella de aguardiente abría los palitos que se trenzaban como serpientes y los introducía dentro de la botella.  Días después ya podía acceder a un elixir contra el dolor que lo tenía alentado a toda hora.

En el libro de Números 21, 6-8 La serpiente de bronce
6 Y el SEÑOR envió serpientes abrasadoras entre el pueblo, y mordieron al pueblo, y mucha gente de Israel murió. 7Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado, porque hemos hablado contra el SEÑOR y contra ti; intercede con el SEÑOR para que quite las serpientes de entre nosotros. Y Moisés intercedió por el pueblo. 8Y el SEÑOR dijo a Moisés: Hazte una serpiente abrasadora y ponla sobre un asta; y acontecerá que cuando todo el que sea mordido la mire, vivirá.…”

De estandarte de bronce a un antídoto de serpientes, solo con verla y creer.  Dicen también que el Guaco sirve de antídoto para las serpientes, pero en unas investigaciones en México asegura que no es para todas las mordeduras de serpientes.

Algo que me llama la atención al revisar el Guaco son sus hojas en forma de corazón las cuales son broncodilatadoras.

En Juan 8, 21-30 Jesús no dice “Cuando levanten al Hijo del Hombre, sabrán que Soy Yo”  anteriormente el  texto bíblico se nos  dice: “Con razón les he dicho que morirán por sus pecados: pues, si no creen que Yo Soy, morirán por sus pecados”.  Es Cristo ahora la Serpiente elevada y quien no crea en él morirá por sus pecados.  Él es el único antídoto para la humanidad pecadora.  

Los botánicos vemos a la planta en su totalidad, sabemos para qué sirve la raíz, el tallo, las hojas y los frutos.  En este caso estamos frente al árbol de la Salvación.  El corazón de Cristo en el árbol de la salvación va a dar sus últimos latidos por amor a la humanidad y será atravesado para que la misericordia de Dios brote sobre nosotros.  Una tarea imperdible en esta cuaresma es contemplar a Cristo colgado en el madero…no es cualquier madero seco, pues quien está sobre él aceptó y cumplió la voluntad del Padre, por tanto es un árbol que dio su fruto.  Estamos frente al altar del Sacrificio y es Cristo quien se sacrificó por todo el género humano, los que vivieron antes, los que compartieron con él en vida, pero también los que no tuvieron la oportunidad de verle en su vida terrenal y los que nacerán después como tú y como yo.

Volver a Cristo es volver sobre la naturaleza y contemplarla, en su infinita majestad de un Dios hecho hombre que se entrega en la Cruz, pero ver en él un sufrimiento y dolor inflingido, lo que somos capaces de hacer con el hijo del dueño de la Viña.  Lo que somos capaces de hacer con la naturaleza misma, con nuestra propia naturaleza humana y divina.

Reconocerle en la Cruz como nuestro Salvador y reconocer nuestro pecado nos posibilita vencer la muerte y tener la fuerza para Resucitar con Él y vivir la Pascua.



Nada comparable es la Fuerza de la Redención sobre la Humanidad…más allá de un antídoto para mordedura de serpientes y una pócima para mitigar el dolor de la enfermedad.  Realmente no hay mayor suero o antídoto que la fuente que brota del corazón de Cristo, una fuente inagotable que calma todo dolor y sufrimiento y nos une a la Vida con Cristo por la Misericordia Divina.

 

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