Somos tierra reseca

 

Sedientos del Espíritu


“Y en el último día, el gran día  de la fiesta, Jesús puesto en pie, exclamó en alta voz, diciendo: Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba.  El que crea en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva"” Juan 7,37-39

¿Cómo está tu pozo? , ¿Qué tipo de agua brinda su aljibe?, ¿Quiénes beben de tu fuente de agua?

¿De que aguas subterráneas se alimenta el pozo con el cual das de beber a otros?

Una tarea diaria que hacemos en el campo es levantarnos y regar nuestro huerto.  Hoy la planta de frijol que tengo lista para enredar estaba a punto de secarse. Ser hortelano nos exige estar pendiente de cada planta. Ser fuente de agua para muchos.  Tal vez en un olvido el día anterior no la regué y el sol fue implacable.  En la huerta nuestros hermanos menores las plantas dependen de nosotros.

Nuestra vida interior esta reseca y no encontramos quien nos brinde agua o no encontramos una fuente de agua viva que nos refresque y devuelva nuestra vitalidad del Espíritu.

¿Con qué periodicidad estas bebiendo esa agua del Espíritu que tanto necesitas?

La rutina la hemos establecido para las cosas terrenales pero no tenemos rutinas para las cosas del Espíritu.  Nos entrenamos en el gimnasio para mejorar la apariencia física, pero no nos entrenamos en resistir al mal y las acechanzas del demonio.   Empezamos el camino de la Cuaresma para encontrar la fuente de la Salvación y no tenemos más agua que beber que el agua de nuestra propia rutina e inmediatez que no nos deja ir en búsqueda del agua para la vida Eterna.  Tiempo para saciarnos de otros pozos de aguas fétidas, de otras aguas que no calman la sed,  pero no tenemos el tiempo para Dios y los tesoros celestiales.

En estos días acudí  para que una persona recibiera por primera vez la comunión pues decició que antes de fallecer debia recibir el sacramento.  Me pregunto por qué esperamos hasta lo último para saciarnos y alimentarnos de quien es Fuente de Vida Eterna.

Que esta cuaresma sea la oportunidad para regresar a la oración diaria, a rumiar la palabra, a regresar a hablar con Él en el sagrario, la oportunidad para regresar y hacer parte de una comunidad eclesial, la oportunidad para caminar con nuestras cruces y encontrarnos con Cristo con su Cruz a cuestas camino al monte del Calvario, la oportunidad para reconciliarnos y que la fuente de la misericordia  del costado de Cristo  y de sus llagas sobreabunde para cada uno de nosotros.

Es la hora de revisar de donde vienen las aguas que llegan a nuestro pozo y de la cual también le damos a otros  a beber.  Tal vez es necesario cerrar el pozo y volver a construir uno nuevo  que nos permita beber una fuente de agua de la cual no volvamos a tener sed.



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